Imagina que te amo como a los pastos limpios,
que mi sombra no perdió en cruzadas
su locura habitual de pronunciarte.
Imagina que el destierro es una mala palabra
que demasiados cuelgan y evisceran,
que mi destierro definitivo es la tierra de nadie,
la mala yerba que hay entre tus senos
y que tu piel escancia mis panes sin levadura.
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