Balada de los indios menomini
La efímera (y equívoca) relación de Giselle Hernández con Allen Ginsberg apenas ha sido mencionada por lectores y críticos. Los ecos del celebérrimo “Aullido” apuntan demasiado hacia otra dirección y otros lobos. Pero más importante -y más trágica- es la historia de amor entre otra dominicana, Paola Giachero, y un poeta paradigmático de la beat generation: Jack Kerouac. Las dominicanas habían emigrado a Nueva York, huyendo de la dictadura trujillista y se integraron al movimiento beatnik. Pero si para Ginsberg la figura de Giselle no fue ni siquiera un ladrido, para Kerouac la dominicana Paola se convirtió en su musa de opio, en más que su propia poesía. Después que Giselle y Paola Giachero murieran trágicamente en su ascensor de la Quinta Avenida, Kerouac usó alucinógenos, especialmente la bencedrina, con la intención de volverla a vivir en sueños. Paola es el ángel latente de tantos ámbitos del poema-novela que se convirtió en el manifiesto de los beatniks: "On the Road".
La efímera (y equívoca) relación de Giselle Hernández con Allen Ginsberg apenas ha sido mencionada por lectores y críticos. Los ecos del celebérrimo “Aullido” apuntan demasiado hacia otra dirección y otros lobos. Pero más importante -y más trágica- es la historia de amor entre otra dominicana, Paola Giachero, y un poeta paradigmático de la beat generation: Jack Kerouac. Las dominicanas habían emigrado a Nueva York, huyendo de la dictadura trujillista y se integraron al movimiento beatnik. Pero si para Ginsberg la figura de Giselle no fue ni siquiera un ladrido, para Kerouac la dominicana Paola se convirtió en su musa de opio, en más que su propia poesía. Después que Giselle y Paola Giachero murieran trágicamente en su ascensor de la Quinta Avenida, Kerouac usó alucinógenos, especialmente la bencedrina, con la intención de volverla a vivir en sueños. Paola es el ángel latente de tantos ámbitos del poema-novela que se convirtió en el manifiesto de los beatniks: "On the Road".
Fue este momento, la tragedia
de un amor perdido, lo que posiblemente inclinó a toda la generación beat al contumaz uso de las drogas para
escribir. Pero si en otros hubo rebelión social, en Kerouac fue un acto de
amor, su intento de recobrar a su diosa mística. No por gusto el poeta
desterró, de su poesía publicada, un epigrama que le dedicó a Paola Giachero
casi al conocerla, y luego lo consideró tan profano e indigno, que desautorizó
volver a publicarlo jamás. A nosotros el poemita, desde su título irónico, nos
parece una perla.
BALADA DE LOS
INDIOS MENOMINI (Autor:
Jack Keruac, 1922-1969).
Llegará
un día en que pensarás en mí y llorarás,
amor mío, me dijiste.
amor mío, me dijiste.
Literalmente,
así cantaban los indios menomini
antes de ser exterminados
por el gran rifle blanco.
antes de ser exterminados
por el gran rifle blanco.
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